Probablemente,
cuando nos acercamos a un “stand” en alguna perfumería, paseamos la vista por
sus estanterías, tropezando de repente con el frasco de ese codiciado perfume
que deseamos probar y seguidamente lo aplicamos en un papel secante o en el
interior de nuestra muñeca, sin pensar demasiado en el proceso previo a la
obtención de ese delicioso aroma. ¿Verdad?
Pues bien, hoy haré para todos
vosotros un resumen sobre cómo se
obtiene un buen perfume.
Partimos de una base imposible de
sustituir: la habilidad que debe poseer el maestro perfumista, sin la cual, no
hay nada que hacer y el resultado del perfume sería mediocre. Pero, ¿en qué se
basan ellos a la hora de comenzar a mezclar esencias? Bien, a modo de
ilustración, pondré un ejemplo: al igual que un compositor de música sigue un
patrón a la hora de escribir una pieza, un perfumista sigue ciertas reglas, las
cuales desconocemos la mayoría de los mortales. ¡¡Vamos a desvelar algunos de
sus secretos!!
Comienzan
creando una “armonía primaria” basada en unos pocos aromas. Cuando consiguen
esta base, ya sólo es cuestión de ir mejorándola poco a poco, agregando notas
adicionales, pero en menor proporción, cuya misión será redondear y aportar
matices innovadores a la “armonía primaria”. Claro, dicho así parece fácil…pero
no lo es en absoluto, ya que el mundo de las combinaciones es muy complejo.
Cada nota, posee una estructura molecular única, la cual “muta” al añadir
nuevas esencias, alterándose y surgiendo una nueva composición molecular. Por
eso, hay que saber bien qué se quiere lograr y conocer de antemano si nuestra
“descomposición molecular” tendrá un
buen aroma o no.
Siguiendo
estos 3 principios, debería quedar bien:
1º) Toda fragancia posee varias
notas de salida o notas altas. Suelen ser frescas, se evaporan rápido y por eso
captamos de inmediato el aroma. Notas de salida, por ejemplo, son: limón,
albahaca, bergamota, lima, eucalipto, flor de azahar…
2º) Le siguen las notas medias que
forman el corazón de la fragancia. Normalmente es aquí donde encontramos la
mayor proporción del total. Suelen ser, por ejemplo: verbena, violeta, rosa,
lavanda, geranio o frutales como mora, grosella, pera, litchi…
3º) Concluyen el conjunto las notas
bajas o notas base, constituidas por componentes que ayudan a que el aroma se
fije por más tiempo a nuestra piel. Se añaden en una cantidad pequeña. Como
ejemplos tenemos: almizcle, sándalo, jara, benjuí, jazmín, haba tonka, resina
de ámbar…
Teniendo
todo esto en cuenta, surge un problema. De los miles de esencias que existen.
¿Cuáles escoger para crear un perfume? ¡¡Resolvamos el enigma!!
Las notas se agrupan en familias,
dentro de las cuales hay un amplio margen para combinar, pues cada una queda
bien con las de su propia familia y hay
familias que combinan bien con otras, así que, ya vamos viendo algo de
luz en esto de crear un nuevo perfume, ¿no? ¿A que es más complejo de lo que
parecía a simple vista?
En un próximo post aprenderemos
más acerca de las familias de esencias y
esto nos servirá de guía para escoger nuestros perfumes con acierto en Mycapricho.com, sin miedo a equivocarnos,
tomando como referencia sus notas principales y su familia olfativa.
¡¡¡¡Hasta la próxima!!!!
Mª José
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